UNA VIEJA CASA EN ARTIGAS
La cláusula decía que no podían derrumbar la casa, pero los nuevos dueños no cumplieron el acuerdo y la echaron abajo.
UNA VIEJA CASA EN ARTIGAS
Caracas/Venezuela
Cuando hicimos el curso de guitarra en el Ateneo de los Teques, nos hicimos amigas de una curiosa chica llamada Margarita, hija de emigrantes gallegos. Era muy distraída, y siempre le enseñábamos todo para que el profesor no la regañara, además que era super indiscreta y hacia reír a todo el mundo con sus ocurrencias. Al parecer le contaba a su madre sobre nosotras y nos quiso conocer, porque teníamos algo en común, estamos muy solitas, mamá recién había fallecido.
Para aquel entonces vivían en los Nuevos Teques en un conjunto residencial, y compartimos mucho incluso con su papá el señor Pepe dueño de una empresa de telares en Caracas, y sobre todo porque nos gustaba mucho el futbol. Luego pasamos a estudiar guitarra en el emblemático colegio María Auxiliadora donde nos ocurrieron algunos eventos paranormales ya reseñados en Círculo de Miedo. Y allí seguían las indiscreciones de Margarita sobre las monjas y los mitos en torno a ellas.
La señora Charo, nuestra querida amiga, era muy buena con nosotras, por lo que pasado un tiempo nos dio la noticia que se mudaban a Caracas por lo de la universidad, pero no querían perder el contacto. Para aquel entonces no había metro desde Los Teques, sino que tenías que llegar a Las Adjuntas vía carretera vieja, y allí justamente en la Estación Artigas, donde nos esperarían.
La primera vez que fuimos a esa casa, nuestra amiga Margarita nos preguntó cuál era la casa que más nos llamaba la atención en el sector. Todas eran muy lindas, pero había una que atrajo poderosamente nuestra atención, y sentimos una necesidad de entrar en esa antigua casa con un extraño aire antañón, con la sorpresa que esa era justo la casa que su papá había comprado.
Al entrar fuimos recibidas por su aire añejo, todo nos parecía de otra época, su sala de estar, las escaleras para acceso al segundo piso, la sala de baño del piso superior con 3 arcos en uno el sanitario, en la otra el bidel y en el centro la bañera, frente a los mismos un grandísimo lava-manos con su espejo.
La recorrimos a plenitud mientras los murmullos, pisadas y ecos nos acompañaban, hasta llegar aquella vieja cocina donde ya doña Charo (Rosario) nos preparaba su famosa empanada gallega. De pronto sentimos una mirada muy pesada que provenía del fondo, donde había una fuente hermosa en un patio trasero.
Durante el almuerzo nos contaron que una de las cosas curiosas es que esa vieja casa se la vendieron con una cláusula, de mantener su estilo, y no derrumbarla. Así que don Pepe mandó a restaurar la fachada, pulir toda la madera de puertas, los altos rodapiés, armarios, pisos, escaleras y en fin la dejaron hermosa.
En una oportunidad nos quedamos para recibir el año nuevo, y dormiríamos en la habitación de sus padres, Margarita nos confesó que esa habitación era la principal, con un closet que tenía un pasaje secreto que justo iba a su cuarto y siempre solían sentirse ruidos extraños.
Pensamos que era alguna de sus habituales bromas, pero aquella noche después de los fuegos artificiales todo el mundo se fue a dormir, y ciertamente nos despertaron ruidos extraños; eran como murmullos constantes, pasos, como si alguien estuviera en la habitación. Al rato Margarita tocó la puerta del pasadizo secreto y muy asustada nos dijo que había gente en la sala hablando, que si habíamos dejado la puerta principal abierta.
Cuando le confirmamos que no teníamos nada que ver con eso, la seguimos a través del pasadizo y juntas en silencio bajamos a ver qué pasaba, y fuimos testigos de cómo escuchábamos aquellas voces fantasmales, pero no podíamos ver los cuerpos que las emitían.
Basta decir que nos quedamos en vela porque nos fue imposible conciliar el sueño nuevamente, solo el amanecer acabó con el encantamiento. Es posible que aquellos fantasmas del pasado estaban celebrando la llegada del año nuevo.
Lamentablemente, nos enteramos que tuvieron que vender la propiedad porque se iban a vivir a España, y los nuevos dueños rompieron la cláusula derrumbaron aquella vieja casa en Artigas.
Hermanas Ferreira Gonçâlves (Círculo de Miedo/Autor)